"On the responsability of an Architect"
A modo de definición, la Arquitectura es algo vivo que surge de algunos aspectos inseparables e la mente y el corazón; tiene que ver con toda la complejidad de hacer arquitectura en su sentido psicológico mas completo; funciona porque tiene una motivación; satisface los deseos y las necesidades. Y así debería funcionar la Torre [ de laboratorios de Johnoson Wax, en Racine, Winsconsin, de Frank Lloyd Wright]: como una satisfacción psicológica; no debería funcionar sino puede usarse desde dentro, si está hechas sin amor y sin honestidad. La Torre se hizo con amor y he de decir que es Arquitectura; corresponde personalmente al Sr. Wright; no corresponde tanto al aspecto psicológico de la arquitectura como a sus libros de física. La arquitectura debería comenzar como una nueva cadena de reacciones; no debería existir sencillamente para sí misma: debería lanzar chispas a los demás. Ése es realmente el sentido de una obra de arte: ese poder. Si la Torre tiene ese poder de lanzar chispas, de hacernos sentir la necesidad de construir una cosas así, yo creo que sí funciona. Si no funciona necesariamente como un laboratorio experimental, Wright debería ser despedido por la empresa Jhonson. La propia forma nos emocion. Si se puede definir un edificio como escultura -como algo distinto de la arquitectura- creo que algo va mal en la definición de ambas cosas. Como escultura, un edificio debe juzgarse considerando que se trata de una escultura entendida como una obra de arquitectura; y si no es una escultura, es que debe ser una mala obra de arquitectura. En ambos casos ha de satisfacer los principios de la escultura. Tiene que ser una obra de escultura. Se trata de un tipo de escultura hecha por acumulación de piezas pequeñas, en lugar de ser un único monolito.
Como es sabido, estoy constantemente en fase formativa, influido por cosas muy diversas. Pero pienso que la única prueba de un verdadero arquitecto consiste en ser un artista. En mi opinión, hay que distinguir entre os profesionales y los arquitectos: hay muchos profesionales y sólo unos cuantos arquitectos. No creo que empezar con la forma sea necesariamente el modo de hacer arquitectura, pero pienso que es una manera sumamente poderosa y natural de comenzar. A mi entender, todos empezamos haciendo garabatos intuitivos con los que finalmente nos expresamos. Sé que de algún modo llego a un diseño de repente. Si la idea es fuerte, el diseño casi sale solo. Nuestra gran preocupación en intentar guardar en el limbo muchos restos de un pensamiento que nos deja trozos muy pequeños que han de concretarse; y en eso consiste el proyecto. Creo que la idea debería ser el equivalente a plantar una semilla, en el sentido de que la idea- es decir, el resultado que se va a conseguir- debería estar bastante clara. A medida que avanzamos y progresamos, la forma de irá modificando, y eso debería alegrarnos porque la idea será tan fuerte que no podemos destruirla. Cómo lograr todo esto es algo que va unido al conocimiento de cómo se hacen las cosas, al conocimiento del proceso por el que hay que pasar. Todo ello constituye un proceso constructivo; y, en mi opinión, es muy distinto a concebir el producto final y luego encontrar los medios para hacerlo. Para hacer todo esto es preciso cierto entrenamiento, porque con él se adquiere seguridad. Creo que hay que saber algo de instalaciones y también de la afición de cada cual a los elementos estructurales.
Las escuelas fracasan porque en ellas no hay ese elemento que hace salir al artista y que de algún modo constituye e sentimiento competitivo del arte. Las escuelas no pueden inculcar en nosotros las voluntad de trabajar, de descubrirnos a nosotros mismos, aunque sea muy poco los que haya que descubrir. Si una persona es realmente artista, no observa con una mirada demasiado atenta lo que han hecho otros; su voluntad es hacer algo que salga de él mismo. Ha de tener un instrumento de trabajo y por ello usa cualquier cosa que considere un medio para lograrlo, pero no copia.
Estoy de acuerdo en que probablemente [los originales] deberían copiarse, pero sigo creyendo que quien va a ser importante por sus propios méritos no va usar ese método: es demasiado impaciente; no es tan reflexivo; hay cosas bullendo en su cabeza que son completamente distintas a cualquier proceso de copiado. Por eso pienso que el artista observa la obra fugazmente, con cierta humildad, sintiendo deseo de haberla hecho él mismo, pero no la copia.
Pasajes de un debate académico celebrado en Yale con la participación de pietro Belluschi, Philip Jonson, Louis Kahn, Vincent Scully y Paul Weiss.
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